Antiguamente, las abuelas insistían en que al año y medio el niño tenía que controlar esfínter. Sin embargo, esto no es tan así ya que esta función no se aprende, se adquiere cuando el menor está maduro para ello, al igual que caminar, hablar y comer. Si el proceso se fuerza puede tener resultados poco beneficiosos.
La doctora Ángela Delucchi, nefróloga infantil de Clínica Alemana, explica que "según publicaciones científicas y experiencia en el desarrollo del niño, el control de esfínter diurno debiera estar completo a los cuatro años y el nocturno a los cinco".
El primero se adquiere antes y depende, básicamente, de la madurez neurológica del pequeño. En cambio, el nocturno está relacionado, además, con factores genéticos.
La especialista asegura que tanto el control vesical -para orinar-, como el anal -para defecar- requieren de una compleja coordinación neurológica, por lo que cuando el niño está apto para avisar, el control debe ser de ambos esfínteres. "Sin embargo, el niño logra el control de la defecación antes que el de la micción, ya que el olor es más desagradable, además, tiene una connotación social peyorativa", explica.
Agrega que este proceso es muy individual, ya que cada niño puede completarlo antes o, incluso, después del margen de edad establecido.
El rol de los padres
La nefróloga infantil recomienda a los padres estar atentos a las señales que indican que el niño está apto para controlar esfínter. Hasta el año de edad, no tienen conciencia de sus movimientos intestinales ni de su vejiga. Recién entre los 15 y 18 meses algunos pequeños comienzan a percibir la sensación de vejiga llena.
Entre los 18 y 24 meses, empiezan a expresar el deseo
capacidad de retener más que algunos minutos. "Cuando el niño logra estar seco por tres horas, significa que es posible retirar los pañales", asegura la doctora Delucchi.
Si bien algunos consiguen el control de esfínteres a los 18 meses, la mayoría requiere de un desarrollo paulatino, y si esto no se permite, se puede producir una enfermedad a edades futuras.
"Equivocadamente, al apurar el control de esfínter se altera el desarrollo normal, por lo que no hay que angustiarse si el niño no avisa a los dos años, no hay que presionarlo, porque no todos requieren del mismo tiempo. Este proceso varía según antecedentes genéticos de los padres o abuelos y el desarrollo de madurez global", asegura la especialista.
Recalca que no es recomendable premiarlos cuando logran retener la orina, ya que si el niño no se encuentra neurológicamente apto para el control de esfínteres y se le felicita por lograrlo, se podría estimular un resultado no definitivo sino transitorio, debido a refuerzos positivos. Este control, a largo plazo, pierde efectividad porque, como la inmadurez vesical persiste, se producirá escape de orina precoz, o lo que es peor, retenciones de orina involuntarias que pueden ser dolorosas y predisponer a infección urinaria.
"La contracción involuntaria de la vejiga de un niño menor de cuatro años alcanza valores menores a 15 cm. de agua. Si aún no está apto para controlar esfínteres y se ve obligado a hacerlo, se produce una mayor intensidad en la contracción de la vejiga, lo que finalmente genera escape de orina involuntario, cuando ya no debiera hacerlo", explica la nefróloga.
Por ejemplo, si a un niño no se le exige es probable que controle esfínter a los tres años sin problemas. En cambio, si al año y medio se comienza a sentar en la bacinica y se le presiona que orine, quizás lo logre, pero lo más probable es que cuando entre al colegio comience a mojarse, habiendo tenido un periodo seco previamente. Son menores que comienzan con urgencia miccional o "apuro para ir al baño" y con escape de orina diurno, que es anormal después de los cinco años.
¿Cómo enseñarles?
Se debe sentar al niño no más de diez minutos en un inodoro especial para niños o con el uso de un adaptador, de preferencia en ciertos momentos del día, por ejemplo, cuando recién se levanta, antes y después de la siesta, y antes de ir a dormir. Generalmente, es en esos instantes cuando existe mayor cantidad de orina retenida en la vejiga y vaciarla, evitará un posterior accidente.
Lograr que un niño controle esfínter durante el sueño es más difícil y la mayoría lo consigue después de los cinco años.
La nefróloga infantil recomienda que cuando un niño está en proceso de control de esfínteres, se le lleve a orinar apenas se despierte y de preferencia cada tres horas durante el día. Asimismo, que no tome líquido después de las 20:00 horas y que, obligadamente, haga pipí antes de acostarse.
Hasta los cinco años es normal que los niños sufran accidentes con el control de esfínter, pero si esto sigue ocurriendo pasada esa edad es necesario consultar a un especialista, ya que es posible que existan trastornos fisiológicos o psicológicos.
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